Siempre pensando en lo mismo...

Por supuesto, siempre nada lógico.

Y es que aguantar estoicamente la conversación unidireccional de una dentista durante más de 30 minutos mientras te hace una endodoncia pues tiene su aquel. Pero si además te cuenta el lado oscuro de los dentistas: sexo, drogas, y el aparatito de quita-babas... ufff, una sale de mala manera. Y la anestesia no creo que tuviese nada que ver (jo Rambo, estoy contigo, no siento las piennas, ni media nariz, ni el labio; que no le dejan a una ni una miajita de dignidad).

Así que si con esos antecedentes una llega a casa y se encuentra en el portal este cartel, ¿qué podría interpretar?


Yo, lo primero nada bueno }:-).
Lo segundo es que me siento confundida:
¿Tengo un vecino que se llama Gato? (Bien podría ser el "Duque")...
¿Han secuestrado a la "gata" de alguien con oscuros propósitos? ...
¿Solamente tiene blanca la punta?...
¡Dios que de preguntas sin respuesta!

¡Vale! Es fácil y gratuito pero qué quereis. Vengo con media cara paralizada, no voy a ponerme seria en estos momentos XD.

Collarmania

Se suponía que este fin de semana iba a hacer un tiempo inmejorable. La teoría es muy bonita, pero el sábado terminé haciendo cualquier cosa no relacionada con el ocio y hoy domingo me encuentro con mucho tiempo libre, pero con un tiempo de perracos (que viento hace por mi barrio, mare mía).

Así que pienso "bueno, juego un rato con la play", lo cual implica que haré cualquier otra cosa, incluso quedarme dormida apoyada contra el quicio de la puerta. Consecuencia directa: miro las última cuentas que compré en semana santa en una de mis tiendas favoritas de Madrid y busco y rebusco todo lo necesario para hacerme un nuevo collar.

De todas, las piedras grandes son las que me tienen enamorada.

A una amiga y a mí nos gusta hacer incursiones en tiendas que tienen cuentas y abalorios, y compramos aún sin tener en mente hacer nada en particular. Acumulamos pequeñas joyitas que esperan ser parte de pendientes, pulseras o collares.
De momento y por falta de material,no he podido terminarlo pero no el resultado no pinta nada mal.



Saludetes!!

¡¡Viva el rollo del bollo!!

Nos es que haya cambiado mi opción sexual ni que me haya tomado un tripi pasao de fecha, es que la infame cadena Starfakas ha decidido darme una alegría pa'mi cuerpo Macarena, ¡aaaah!

En mi viaje a Japón, cuanto tiempo hace ya de eso, descubrí además de que soy adicta al matcha-frappuccino, que la canela puede estar buena. Pude probar los "cinamon roll" y si, estaban tan buenos como me habían dicho. Así que a la vuelta no solo terminé echando de menos los frapu de té verde, sino que me quedé también sin rollitos de canela calentitos.

Pero he te aquí que los rollitos han llegado a Ehpaña, o al menos a un Starbakas de Alcalá de Henares, de donde Cheno-chan me trajo este precioso ejemplar:

Y disfruté como una enana comiéndolo... ummm, ahora me toca ver si en alguno de los tropecientos mil establecimientos que hay por la capital y que me quede cerca, los tienen (me puede el annsiaaaaaaa).

Vale, ahora o vuelvo a Japón para tomarme un matcha-frappucino o los importan a la de ya.

¡Besostes!

PD. Cheno, sientete libre de patrocinar mi vicio ;-), y bon voyage!!

El pollo de la discordia

Desde que puedo acordarme, mi madre y yo hemos tenido un gran tema de discusión y debate que nos ha ocupado tardes enteras. Puede parecer un poco tonto, pero la palabra “POLLO”, o mejor dicho mi forma de pronunciar la palabra “POYO” pone de los nervios el gen castellano de la mía mamma.

Y es que mi gen madrileño me hace decir siempre, “poYo”, como digo siempre “MadriZ”. Bueno pues esa Y le crispa de sobremanera (upss casi pongo “la”, otro de mis fallos gramaticales);

- “Te he dicho mil veces que se dice “POLLO” , poooooo- LLooooooo.
- Claro, poyo.
- Nooooooo, poooooo – LLoooooooo, LLo, LLo, LLo…

Amos a ver, que pronunciarlo puedo hacerlo más o menos, pero ¡y los buenos ratos que me he tirado yo viendo a mi madre hacerme boquitas!, para ver como se debe poner la lengua en el paladar…en 2 palabras: im-pagable.
Además ese afán de corregirme es desaforado, como su manía persecutoria de limpiar; poco se molesta cuando le digo “desacer” ó “enpapar” o “bibienda” (que esas uves si que no podemos distinguirlas ninguna de las dos).

Así que a mis tropocientos años no creo que logre que diga correctamente la dichosa palabrita. Para mi las bolitas amarillas nunca sonarán a “pío-pío” sino a poYo, y la madre que los parió, a gaYina.

¡Saludetes!

PD1. Durante la realización de este post, el corrector gramatical del Word estaba sufriendo una colapso total. Había más palabras subrayadas en rojo que nada y he comprobado que el autocorrector funciona mejor de lo que hubiese deseado.

PD2. Por mi regla fonética, Sabadell pasa a llamarse Sabadey :P.