El pollo de la discordia

Desde que puedo acordarme, mi madre y yo hemos tenido un gran tema de discusión y debate que nos ha ocupado tardes enteras. Puede parecer un poco tonto, pero la palabra “POLLO”, o mejor dicho mi forma de pronunciar la palabra “POYO” pone de los nervios el gen castellano de la mía mamma.

Y es que mi gen madrileño me hace decir siempre, “poYo”, como digo siempre “MadriZ”. Bueno pues esa Y le crispa de sobremanera (upss casi pongo “la”, otro de mis fallos gramaticales);

- “Te he dicho mil veces que se dice “POLLO” , poooooo- LLooooooo.
- Claro, poyo.
- Nooooooo, poooooo – LLoooooooo, LLo, LLo, LLo…

Amos a ver, que pronunciarlo puedo hacerlo más o menos, pero ¡y los buenos ratos que me he tirado yo viendo a mi madre hacerme boquitas!, para ver como se debe poner la lengua en el paladar…en 2 palabras: im-pagable.
Además ese afán de corregirme es desaforado, como su manía persecutoria de limpiar; poco se molesta cuando le digo “desacer” ó “enpapar” o “bibienda” (que esas uves si que no podemos distinguirlas ninguna de las dos).

Así que a mis tropocientos años no creo que logre que diga correctamente la dichosa palabrita. Para mi las bolitas amarillas nunca sonarán a “pío-pío” sino a poYo, y la madre que los parió, a gaYina.

¡Saludetes!

PD1. Durante la realización de este post, el corrector gramatical del Word estaba sufriendo una colapso total. Había más palabras subrayadas en rojo que nada y he comprobado que el autocorrector funciona mejor de lo que hubiese deseado.

PD2. Por mi regla fonética, Sabadell pasa a llamarse Sabadey :P.