Días extraños

Está siendo una semana llena de altibajos emocionales. Unos días de subidón-subidón, y otros con una extraña sensación de agobio en la casa. Debe ser el chute mensual de hormonas que se está paseando alegremente por mi cuerpo.

No sé. Pero de repente esta semana me encontré saliendo de golpe y porrazo para no ponerme a limpiar el suelo de la cocina con un cepillo de dientes como una desesperada (dios, que bajo te hace caer esto). Me fuí directa al centro, en pleo bullicio.

De primeras terminé metida en lo que yo creía que era un restaurante nuevo.

Después de comprobarlo varias veces me pregunté a mi misma ¿han quitado el McDonalds para poner un restaurante fashion?
Meeeeeck!

McDonalds está modernizándose y lo que yo creía que era una táctica maquiavélica para reducir costes, realmente era una avanzadilla de su nuevo plan de comercialización. ¡Hasta han cambiado su fachada, ahora son verdes!

¡Quieren convertirse en el Mos Burger! Les falta mejorar la calidad de sus hamburguesas, pero bueno el concepto ya lo tienen... más o menos.

Volviendo al día extraño, en el McDonalds tuve la suerte de sentarme justo detrás de una familia china. Ruidosa como ella sola. Los nuevos sillones que han puesto no es que sean muy manejables y ni me molesté en colocarlo en otra posición. Le daba cada 2 por 3 en el respaldo del sillón de papa chino, que se dedicaba a hacer comentarios al respecto en voz muuuy alta -eso lo deduje por la manera en que me miró cuando salían, no había lugar a dudas de que eran para mí-. Le faltó darme un collejón en la nuca. Pero mejor que eso, una de sus niñitas monísima con un vestidito blanco con flores rojas me dió una de sus patatas fritas babeadas. No me quejo por el estado en que estaba, es que fué un detalle precioso (creo que estaba de acuerdo conmigo en que su padre es un tocapelotas y me estaba recompensando).

Parecía que mi humor tiraba hacia arriba -efecto de las grasas saturadas de los nuggets y las patatas fritas-, pero no sé como me las apaño para liarla. Voy andando cuando me adelantan dos policías municipales. No es que fuesen corriendo ni persiguiendo a nadie, es que van subidos en un segway. Supongo que llevan algún tiempo utilizándolos pero no había tenido hasta entonces el gusto de cruzarme con ellos.

Se paran en un semáforo y yo me coloco detrás. En realidad estaba intentado hacerle alguna foto con el móvil decente, pero si el flash salió bastante cutre, lo siento. Pues eso, que estoy detrás y me digo a mi misma en bajito "¡Joder, vaya trabajo más cansado!". Y si, el poli me oyó. El segundo de la velada que me mira lanzando machetes envenenados. Aunque este podría haber hecho algo más que darme una colleja.

Estoy segura de que podría haber seguido así durante todo lo que quedaba de noche, pero preferí después de tomarme una cervecita, retirarme prudentemente a casa. Mejor no tentar mucho a la suerte.

Así que durante una temporadita me controlaré con lo que hago y digo mientras estoy en la calle y estaré más tiempo en el refugio de mi hogar. Eso sí, estar en casa no es tan malo sobre todo con un buen suministro de series que te haga reir.

¡¡¡Gracias por pasarme "Big Bang Theory"!!! Ahora que ya tengo la espada de Asaroth no dejaré un duende con vida.

Saludetes gente!!

PD. La coca-cola light, las patatas fritas y los magnum de triple chocolate también ayudan al ánimo. Además de a salir espinillas en la cara, claro está.