Un guanderful day

Pedazo mañanita que me han dao en el curro, de estas resabiadas con solera. Y es que toda la vida matando tontos y la casa siempre llena. Así que llegan las 3 de la tarde y la cara se me alegra pensando en la pedazo sesión de tumbing me voy a pegar en cuanto llegue a casa.

Pero no es fácil, la línea de metro que utilizo está cortada y he de dar una vuelta tonta de casi media hora para poder volver. Así que aprovechando que tengo otras cosas que hacer por mi antiguo barrio, voy a casa de mi madre. No hay tramos cortados en su línea y en verano eso es todo un logro.

Salgo de la oficina y me topo con este calor achicharrante que se nos ha caído encima de repente. Me ha faltado correr hasta el metro. Menos mal que aunque en las estaciones te asfixies, en los vagones si funcionaba el aire acondicionado ¡¡yupiii!! Hasta se me ha hecho cómodo el no sentarme; estando de pie se está más cerca de las salidas de aire XD.

Por el barrio de mi madre, más calor todavía. Y voy corriendo como si fuese un vampiro: buscando en todo momento la sombrita. Y al llegar un zumito fresquito para beber (¿he dicho alguna vez que adooooooro a mi madre?). Lástima que haya tenido que salir de allí porque contándole a mi madre el día se me ha ocurrido decir la frasecita:
... Pues no sé que más puede salir mal hoy...

Yo soy toooonta al retar tan alegremente al destino, que ha puesto a trabajar en mi caso al mejor de sus agente con licencia para fastidiar al personal: Murphy.
Por supuesto.
No solo he perdido el autobús que me lleva a casa, sino que tras tener que esperar casí 30 minutos al siguiente con toda la que caía, el autobús en el que me he subido nos ha dejado tirados prácticamente en medio del campo...

El autobusero muy tranquilo nos dice: "Pues tendrán que esperar a que les recoja el siguiente". ¿Tener que esperar otra media hora? ¡¡Qué hemos hecho para merecer esto!!

Así que casi media hora eterna esperando, por supuesto sin aire acondicionado porque el motor ha hecho pufff -otro que se quería ir de vacaciones y va a coger una baja my oportuna-, pero dentro del coche porque fuera no había sombra más que para liliputienses; abanicándome como una posesa y acordándome de toda la familia del que fabricó el autobús.

Al final llegó, nos salvarón del calor (nos ha faltado darle un beso a tornillo al conductor del otro bus) y he logrado llegar a casa más o menos a salvo. Que para que el termómetro de una marquesina diga que hace 44º C es que hace mucha calor.

Eso si, no me pillan en otra de estas, no vuelvo a decir la frasecita. ¡Por el zumo de piña de mi madre que no!

Saludetes desde sofá, que hoy me lo he ganao!!